domingo, 2 de agosto de 2009

--- Quiero ---


Quiero que me oigas sin juzgarme.
Quiero que opines sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí sin exigirme.
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.
Quiero que me ayudes sin anularme.
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces sin asfixiarme.
Quiero que me animes sin empujarme.
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas sin mentiras.
Quiero que te acerques sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten.
Que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas… que hoy puedes contar conmigo…
Sin condiciones…

Cuentos para pensar
Jorge Bucay

sábado, 1 de agosto de 2009

--- Lagrimas en la lluvia ---


Olía a tierra mojada mientras sus pies se hundían levemente en la hierva. El ruido de los coches se escuchaba a lo lejos, acompañado del suave murmullo de la lluvia al caer.
Estaba mojada, tenía las gafas cubiertas de gotas y llegaba tarde a clase. Pero todo eso carecía de importancia en ese momento. Lo único que tenía valor en aquel momento era sencillamente estar ahí.
Las gotas de lluvia se mezclaban con sus lagrimas y una ligera sonrisa se dibujaba en su rostro. Cada lágrima que nacía de sus ojos la iba arrancando una parte de su esencia, pero sin embargo, cada lágrima que recorría su rostro la volvía más pura, más completa. Era como extraer el veneno de una serpiente, doloroso pero necesario. Porque puede que ese día no te sientas mejor, ni al siguiente, ni tal vez al siguiente, pero algún día volverías a ser feliz.
Por eso sonreía, porque era capaz de llorar, se estaba extrayendo el veneno de ese amor perdido, aunque eso también significara admitir que ese amor nunca podrá recuperarse. Por eso la costaba tanto llorar, porque todos los años de ilusiones, sueños y esperanzas no habían servido de nada. Todo había sido en vano.
Sin embargo, en una parte de su alma sabía que, algún día encontraría ese amor, ese que la hiciera llorar de alegría. Que hay que besar a muchas ranas para encontrar a su príncipe y que aquel por el que estaba llorando solo era el sapo de la charca, aunque al principio pudiera parecer un príncipe.